11 de octubre de 2009

¿CONFIAR, SIN VER, O VER PARA CREER?

Hebreos 11:1 Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.

Estaba limpiando mi auto en la calle, enfrente al portón de mi casa, usando una escobilla especial, que retira el polvo como por arte de magia.

Una pequeña niña apareció y, parándose a mi costado, se quedó mirando mi trabajo. -”Mi padre también tiene una escobilla para limpiar su auto, igual a la suya”-, dijo ella.

-”Que bueno”-, yo contesté. Y, con el propósito de mantener una buena conversación con la niña, le pregunté: -“¿Y cuál es el auto de tu papá?”-

-“Oh”-, dijo la niña, -“él aún no tiene auto, pero ya compró la escobilla de limpieza para cuando tenga uno”-.

¡Cómo sería bueno si aprendiésemos a confiar plenamente en nuestro Dios! Decimos que somos cristianos, que tenemos fe, pero no conseguimos andar un metro adelante de nuestros pies. Colocamos nuestras inquietudes delante de Dios, pedimos Su ayuda, sabemos que Él prometió darnos lo mejor y suplir todas nuestras necesidades (esto incluye nuestras necesidades materiales y las espirituales). Pero, diez minutos después, estamos murmurando porque el Señor “no nos contestó”.

Olvidamos con mucha facilidad y rapidez de aquello que está escrito en la Palabra del Señor. Si Él dice que está a nuestro lado, es porque El lo está. Si Él dice que oye cuando clamamos en angustia, es porque El nos oye. Si Él dice que abrirá las ventanas del cielo para todos que le son fieles, no hay duda que las ventanas serán abiertas.

Mostrar fe al recibir una bendición no tiene valor alguno. Necesitamos mostrarla cuando todo parece, cuando todo nos afirma, que la bendición no vendrá. Si mostramos ansiedad cuando esperamos algo del Señor, Él nos hace esperar un poco más.

Al final, más importante que recibir la respuesta de un pedido a Dios es aprender a creer que todos nuestros siguientes pedidos serán contestados. ¿Necesitas ver para creer? o ¿crees sin ver?

1 de octubre de 2009

7 Consejos para un Matrimonio Maduro

1. El matrimonio es para amar. Y amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es donación. La medida del amor es la capacidad de sacrificio. La medida del amor es amar sin medida. Quien no sabe morir, no sabe amar. No olvides: “amar ya es recompensa en sí”, como decía el padre Marcial Maciel. Amar es buscar el bien del otro: cuanto más grande el bien, mayor el amor. Los hijos son la plenitud del amor matrimonial.

2. El amor verdadero no caduca. Se mantiene fresco y dura hasta la muerte, a pesar de que toda convivencia a la larga traiga problemas. El amor, ama hoy y mañana. El capricho, sólo ama hoy. Los matrimonios son como los jarrones de museo: entre más años y heridas tengan, más valen, siempre y cuando permanezcan íntegros. Soportar las heridas y la lima del tiempo, y mantenerse en una sola pieza es lo que más valor les da. El amor hace maravillas.

3. Toda fidelidad matrimonial debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La fidelidad es constancia. En la vida hay que elegir entre lo fácil o lo correcto. Es fácil ser coherente algunos días. Correcto ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de alegría, correcto serlo en la hora de la tribulación. La coherencia que dura a lo largo de toda la vida se llama fidelidad. Correcto es amar en la dificultad porque es cuando más lo necesitan.

4. Séneca afirmó: “Si quieres ser amado, ama”. El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. La felicidad de tu pareja debe ser tu propia felicidad. No te has casado con un cuerpo, te has casado con una persona, que será feliz amando y siendo amada. No te casas para ser feliz. Te casas para hacer feliz a tu pareja.

5. El matrimonio, no es “martirmonio.” De ti depende que la vida conyugal no sea como una fortaleza sitiada, en la que, según el dicho, “los que están fuera, desearían entrar, pero los que están dentro, quisieran salir”.

6. El amor matrimonial es como una fogata, se apaga si no la alimentas. Cada recuerdo es un alimento del amor. Piensa mucho y bien de tu pareja. Fíjate en sus virtudes y perdona sus defectos. Que el amor sea tu uniforme. Amar es hacer que el amado exista para siempre. Amar es decir: “Tú, gracias a mí, no morirás”.

7. Para perseverar en el amor hasta la muerte, vive las tres “Des”: Dios. Diálogo. Detalles.

a. Dios: “Familia que reza unida, permanece unida”.

b. Diálogo, para evitar que los problemas crezcan.

c. Detalles: de palabra y de obra. “Qué bonito peinado”. “¿Qué se te antoja comer?” “Eres el mejor esposo del mundo”. “Hoy, la cena la hago yo”. “Nuestros hijos están orgullosos de ti”. El amor matrimonial nunca puede estar ocioso.

Concordia

"Con la concordia crecen las cosas mas pequeñas, con la discordia se hunden las mas grandes".